Lo
sabía, sabía que iba a morir. Ese preciso instante iba a morir. Estaba seguro, ese
era mi final. Lo vi, caminando hacia mí, a paso lento pero firme. Su rostro era
impasible. Empezaba a ver borrosos, lo único que divisaba eran manchas. Una de las
que estaban en el suelo se lanzó a por nuestro adversario, pero su esfuerzo fue
totalmente inútil. Todos estábamos demasiado mal, era el momento de nuestra
despedida. Estaba cada vez más y más cerca de mí. Los latidos de mi corazón me
provocaban un fuerte dolor en el pecho por la velocidad a la que latía. Todos
mis recuerdos azotaban mi mente fatigada; y entonces vino a mí ése maldito
recuerdo. Sí… ¿por qué tenía que suceder? ¿Por qué me tenía que pasar a mí? ¿Y
cómo hubiera sido todo si no hubiese sucedido eso? Maldije desde entonces al
causante de eso. Cerré los ojos, pensando en ellas, teniéndolas entre mis
brazos. Los abrí ligeramente y vi ascender mi espada hacia mí. En ese momento
un grito surgió…
viernes, 27 de julio de 2012
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