viernes, 27 de julio de 2012

PRÓLOGO


Lo sabía, sabía que iba a morir. Ese preciso instante iba a morir. Estaba seguro, ese era mi final. Lo vi, caminando hacia mí, a paso lento pero firme. Su rostro era impasible. Empezaba a ver borrosos, lo único que divisaba eran manchas. Una de las que estaban en el suelo se lanzó a por nuestro adversario, pero su esfuerzo fue totalmente inútil. Todos estábamos demasiado mal, era el momento de nuestra despedida. Estaba cada vez más y más cerca de mí. Los latidos de mi corazón me provocaban un fuerte dolor en el pecho por la velocidad a la que latía. Todos mis recuerdos azotaban mi mente fatigada; y entonces vino a mí ése maldito recuerdo. Sí… ¿por qué tenía que suceder? ¿Por qué me tenía que pasar a mí? ¿Y cómo hubiera sido todo si no hubiese sucedido eso? Maldije desde entonces al causante de eso. Cerré los ojos, pensando en ellas, teniéndolas entre mis brazos. Los abrí ligeramente y vi ascender mi espada hacia mí. En ese momento un grito surgió…

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