martes, 28 de febrero de 2012

The Elder Scrolls V: Skyrim; prólogo.

Memorias de Sayanna Isniel, Dovahkiin.
Año 201 de la Cuarta Era, 24º Última Semilla.
Hacía ya dos horas de todo aquello... Dos horas desde que dejé el Santuario de la Hermandad Oscura.
Nazir y Babette se quedaron atrás para traer a la Madre Noche.
Yo voy camino de Lucero del Alba, mientras la noche se cierne sobre mí.
Astrid... quién lo diría. Quién diría que, por culpa de un desliz, todos estáis muertos. Gabriella, Festo, Veezara, Arnborjn... todos muertos. ¿Y por qué? Por mí. Desde ese momento tengo que llevar ese peso sobre mis hombros. La felicidad se esfumó en un soplido, pues toda mi vida estaba junto a ellos. La amistad, el amor... todo. Oh, y Cicerón, sí... la Madre Noche escogió mal a su guardián. Tuve que matarle, pero... valió la pena. Mientras pensaba en todo lo sucedido se empezaba a divisar Lucero del Alba junto a nuestro nuevo Santuario, el Santuario en el que maté a Cicerón por atentar contra la vida de Astrid. Veezara salió herido al proteger a Astrid y Arnbjorn salió tras él, resultando también afectado.
Nada más entrar en el Santuario, me dirigí al lugar en el que se situaba el cadáver del bufón. Aún estaba intacto de putrefacción, pero estaba frío y pálido.
Mientras permanecía frente sus restos, Nazir y Babette, los únicos supervivientes incluyéndome, llegaron con el ataúd de la Madre Noche y, mientras entregaba a Nazir una gran suma de dinero para restaurar nuestro nuevo hogar, nuestra querida madre me hablaba, solo a mí, pues yo soy su Oyente. Debía ir a su lado...


Sayanna Isniel, thane de Carrera Blanca e hija de una familia nórdica de la nobleza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario